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Sin novedad en el frente

10 oct 2020
Sin novedad en el frente

El látigo de dios. Por Ortiz Remacha - Revista completa: seguimos.net/revistas



El fútbol, como todos los deportes de competición, dispone de elementos descriptivos muy similares a los bélicos. No en vano los juegos provienen de distintas actividades guerreras hasta convertirlos en deporte espectáculo para disfrute de las masas. Ahora se produce exclusivamente a través de los diferentes operadores televisivos, pero el lenguaje no cambiará. El término "sin novedad en el frente" corresponde a la terminología militar y significa que no hay movimientos en las tropas enemigas. Eso no descarta que en cualquier momento se desaten las hostilidades o que estés fuera de peligro. Con esto quiero decir que no cambia nada en el Real Zaragoza.



Que el proyecto de esta temporada es el mismo que las anteriores excepto la pasada, cuando la continuidad de Víctor Fernández le confirió la independencia -y la soledad- para organizar su propio combate en busca de la Primera División con casi treinta mil abonados y un fútbol, a veces suicida, que le llevó a colocarse en posición de ascenso directo antes del confinamiento. Volvemos a un entrenador experimental, que puede llegar a ser un técnico de referencia con el tiempo, al cambio de futbolistas en una plantilla que no termina de estar cerrada, con jugadores que sobran en ella y con incógnitas en el juego. Si bien Rubén Baraja se define como el defensor de su sistema, no es menos cierto que en el centro del campo con la ausencia de Guti, falta músculo y talento en la zona de creación. La seguridad defensiva comienza en la sala de máquinas, en un centro del campo que debe tener alternativas y que aún no está definido.



Contábamos con la fragilidad de Vigaray, un enorme jugador que siempre interrumpe su actividad por culpa de las lesiones. Y de un James Igbekeme que no sé si algún día podrá volver a los terrenos de juego en condiciones idóneas para aportar algo y serle útil al Real Zaragoza. La controvertida salida de Clemente y la polémica marcha de Kagawa desorientan a la afición que no sabe cuál es el plan de la entidad, marcado por el silencio y la falta de apego a los seguidores blanquillos. Como tampoco han contestado a la información propuesta por la OCU advirtiendo que la campaña de abonados y su desarrollo no guardaba equilibrio con los derechos de los zaragocistas. Mirarse al ombligo, desatender a los aficionados, volver cada temporada a decir a regañadientes que es la del ascenso, echar la culpa a todo el mundo de lo que ocurre sin hacer autocrítica, es un mal negocio.



En el fútbol las cosas no salen como las proyectas porque hay muchas variables, pero si haces siempre lo mismo, no encontrarás soluciones al problema. Si el objetivo es aguantar, que suene la flauta por casualidad, dejar pasar un par de años para que pase la pandemia y entonces volver a la idea de la reconstrucción de un estadio avejentado y obsoleto, van por buen camino. El problema estriba en si la gente aguanta, se enfría la afición y disponen los dueños al final de un campo con nuevo nombre y dispuesto al negocio en sus entrañas, y esté tan vacío como ahora por culpa del maldito coronavirus.